Canon digital y biología evolutiva

  • Por:
  • Carlos Sánchez Almeida

Darwin, en su respuesta profunda, reconocía la existencia de leyes generales que regulan la vida en un sentido amplio. Estas leyes, razonaba, refiriéndose a la preocupación principal de Gray, podían incluso (por lo que sabemos) reflejar algún propósito superior en el universo. Pero el mundo natural está lleno de detalles, y estos forman la materia principal de la biología. Muchos de estos detalles son “crueles” cuando se miden, de manera inapropiada, por las reglas morales humanas. Escribió a Gray: “No puedo llegar a persuadirme de que un Dios benéfico y omnipotente hubiera creado adrede a los icneumónidos con la intención expresa de que comieran dentro del cuerpo de orugas vivas, o de que un gato jugara con los ratones”.


Stephen Jay Goud, “La vida maravillosa”.

La última vez que me invitaron al Senado pedí que me acompañasen dos biólogos, Enrique Dans y Pepe Cervera. No fue una elección casual. No los invité ni por simpatía ideológica ni por cercanía intelectual: los invité porque eran biólogos. Y nadie como un biólogo para analizar el hábitat de los políticos profesionales.

La evolución tiene una regla básica: la supervivencia del más apto. Sin condicionantes morales o de justicia histórica: sobrevivir en el terreno de la política se basa exclusivamente en la capacidad para adaptarse al medio. Tanto en el mundo real como en internet, sólo los más aptos sirven para la política. No todos los especímenes pueden sobrevivir revolcándose en el estiércol y alimentándose de carroña.

Un ejemplo prototípico de cuanto antecede se puede observar en la tramitación parlamentaria de la Ley de Medidas de Impulso de la Sociedad de la Información. Una ley que ha permitido la cuadratura del círculo en la siempre curiosa aritmética parlamentaria. Aquellos grupos políticos que en la anterior legislatura se unieron contra el PP, acusándole de instigar la censura administrativa en Internet, establecen ahora un cordón sanitario que no hace sino consolidar dicha censura. Aquellos que prometían derogar la LSSI, la acaban reformando para permitir que funcionarios de tercera puedan arrancar páginas de la red como quien precinta puestos en un mercado municipal. Parafraseando una conocida frase de la transición: contra Aznar vivíamos mejor.

El jueves el Pleno del Congreso vota las enmiendas del Senado sobre la LISI. Sólo caben dos opciones: aceptarlas en bloque o rechazarlas en bloque. En cualquiera de los dos casos, la posible censura administrativa de Internet quedará consolidada legislativamente, y con ello se igualarán moralmente izquierda y derecha, al tiempo que sobreviven los más aptos: los más hipócritas.

La lucha de grandes depredadores siempre deja espacios libres a más pequeñas especies, que aprovechan los restos del banquete. El Reglamento del Senado es un biotipo que permite medrar al más oportunista, y así una enmienda rechazada por el Pleno del Senado acaba colándose, de rebote, en el dictamen que habrá de votar el Pleno del Congreso.

De nuevo dos biólogos tratan de desentrañar, aquí y allá, los misterios que se ocultan en el espíritu de las leyes. Un caballo de Troya envenenado llegará al Congreso el próximo jueves. La directiva europea 2001/29/CE establece en su artículo 5, 2, b, una excepción al derecho exclusivo de los autores para autorizar la copia de sus obras "en relación con reproducciones en cualquier soporte efectuadas por una persona física para uso privado y sin fines directa o indirectamente comerciales, siempre que los titulares de los derechos reciban una compensación equitativa, teniendo en cuenta si se aplican o no a la obra o prestación de que se trate las medidas tecnológicas contempladas en el artículo 6".

El Congreso español no puede suprimir la compensación equitativa por copia privada, dado que la misma dimana de una directiva europea. Suprimir del todo el canon digital es imposible, salvo que lo acuerde el Parlamento Europeo. Lo que sí puede hacer nuestro Parlamento es establecer qué soportes están exentos de canon. Si se aprueba la enmienda digital, las nuevas Cortes tendrán un año para modificar el artículo 25 de la vigente Ley de Propiedad Intelectual. Nada más y nada menos: lo demás son brindis al sol y estrategias de apareamiento preelectoral.