COMUNICADO SOBRE ENFOPOL

17 de abril de 1999


Fronteras Electrónicas pide un debate público sobre la creación de ENFOPOL, el servicio secreto de la UE.

En diciembre de 1991, durante el encuentro de Trevi de ministros comunitarios, se decidió iniciar un estudio para la creación de un sistema de escucha y vigilancia en toda la Unión Europea, bajo el
nombre de ENFOPOL. Sin embargo, esta entidad fue un secreto absoluto para los ciudadanos europeos hasta que en  febrero de 1997 el grupo anti-escuchas británico Statewatch hizo público un documento sobre ENFOPOL datado en 1995.

El pasado noviembre de 1998 los periodistas de Telepolis.de (una publicación electrónica alemana) Christiane Schulzki-Haddouti y Erich Moechel iniciaron una serie de artículos sobre el tema detallando los planes para la creación de una masiva red de escuchas en la Unión Europea, publicando en su integridad diversos documentos relacionados con la creación de ENFOPOL. Los documentos fueron obtenidos por más de una fuente del Parlamento Europeo y contrastados entre sí para asegurar su validez. Sin embargo, hasta la fecha, nadie de la Unión Europea ha desmentido o
aceptado la existencia de esta organización, y el resultado final es que el debate público, tan necesario en una democracia, es de momento imposible.

Si las informaciones de Telepolis son ciertas, la creación de ENFOPOL supondría un duro golpe a la privacidad de los ciudadanos de la Unión Europea. En los documentos liberados por Telepolis puede observarse como las demandas de ENFOPOL refieren a todo tipo de comunicación:
llamadas telefónicas locales y de larga distancia, buzones de voz, correo electrónico, chats, teléfonos móviles y satélite. Aún más preocupante: los documentos de ENFOPOL exigen una actuación rápida y sin barreras, y la posibilidad de monitorizar contínuamente. Si a ello unimos el secretismo que rodea a esta organización -aún no oficialmente admitida en la Unión Europea- no hay que ser un genio para deducir que las escuchas de ENFOPOL se llevarán a cabo sin ningún tipo de garantía legal o autorización judicial.  Si este plan se lleva finalmente a cabo, todos los ciudadanos de la Unión Europea se convertían en posibles criminales a los que hay que espiar.

No contentos con ello, ENFOPOL exige también puertas traseras a proveedores de Internet para poder monitorizar conversaciones en la red en cualquier momento necesario, sin necesidad de pedir permiso previo al proveedor.

Aún más inquietantes son las exigencias del documento ENFOPOL sobre criptografía. Así se pide que sólo se permitan servicios criptográficos regulados desde un "tercero de confianza". Esta tercera
persona de confianza (de confianza para ENFOPOL, suponemos) debería entregar automáticamente a un agente de ENFOPOL la identificación completa del usuario de una clave, los servicios técnicos que usa y "los parámetros técnicos del método usado para implementar el servicio criptográfico".
El documento también habla de poder descifrar, en caso de que sea necesario, un mensaje en  unas pocas horas, o incluso en minutos. No es difícil colegir que ENFOPOL quiere un acceso directo, sin ni siquiera pasar por el juzgado, a las claves privadas de los ciudadanos de la Unión Europea. En pocas palabras: la muerte de la criptografía segura.

También hay problemas económicos: si las exigencias de ENFOPOL se aprueban, las compañías que ofrecen telefonía móvil y de satélite tendrán que efectuar costosas inversiones en nuevo equipo por varios millones de Euros, pues las infraestructuras actuales no están preparadas para ofrecer este tipo de "servicios".

De todas formas, lo más preocupante es la falta absoluta de transparencia. El documento que daba luz verde a la creación de ENFOPOL -ENFOPOL 112 10037/95- está firmado por todos y cada uno de los miembros de la Unión Europea. Sin embargo, ningún estado ha admitido todavía la existencia de negociaciones y reuniones para crear este organismo. Sus funciones, prioridades y facultades son desconocidas para el público y la oposición y no hay ningún debate para decidir si estamos de acuerdo con la creación de ENFOPOL y qué poderes queremos concederle realmente.

Y hay otros acontecimientos sospechosos: las recientes leyes aprobadas en Austria y en Alemania para regular la actividad de los proveedores de acceso a Internet se parecen demasiado a los  documentos oficiales de ENFOPOL como para ser una coincidencia. Lo normal sería que las
cuestiones acerca de telecomunicaciones se discutieran en el Parlamento Europeo, que tiene competencias en estos asuntos, pero se prefiere la vía indirecta de reuniones uno a uno en los departamentos de telecomunicaciones y fomento, pues un debate en el Parlamento implicaría hacer público toda una serie de documentos clasificados, cosa que no es necesaria en reuniones a puerta cerrada.

No somos tan ingenuos como para pedir la desaparición de los servicios secretos del mundo. El crimen informático existe, y es necesario luchar contra él. Pero no podemos hacer de la seguridad nacional el único baluarte de la democracia. La privacidad, la libertad de expresión y la posibilidad de que los ciudadanos participen en la vida pública también son pilares importantes. El control parlamentario es condición de posibilidad de cualquier democracia, y alguien quiere
escamotearnoslo en el asunto ENFOPOL. Es razonable pedir el secretismo de operaciones concretas en las que el éxito policial esté en peligro. No lo es que las prerrogativas, poderes y la misma existencia de una organización permanezca en las tinieblas.

Por ello, Fronteras Electrónicas España pide a los gobiernos europeos y al español en particular que los documentos sobre ENFOPOL dejen de ser secretos, que se debata sobre ellos públicamente, que las comisiones en las que se efectúa su construcción sean públicas.  También pedimos la movilización de todo tipo de organizaciones pro libertades civiles, así como a los partidos de la oposición, para conseguir que la transparencia llegue finalmente al asunto ENFOPOL.


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